Juego de Datos "Asentamientos de Quijos"
Andrea M. Cuéllar

Comparative
Archaeology Database
University of Pittsburgh
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Marco Temporal para el Análisis del Cambio Social en Ecuador y el Valle de Quijos en Tiempos Prehispánicos

En Ecuador, la información arqueológica se ha organizado siguiendo el esquema popularizado por Meggers y Evans en los años 50: Precerámico, Formativo, Desarrollo Regional e Integración. Este esquema ha sido aplicado por los subsecuentes investigadores a, prácticamente, todas las regiones del Ecuador, desde la costa hasta la sierra, a la Amazonía. La incorporación de cronologías locales dentro de estos periodos, que son conceptualizados como correspondientes a un conjunto de rasgos distintivos de organización social, política y económica, se ha hecho de una manera automática, privilegiando la correspondencia de fechados absolutos y no la real correspondencia entre cambios socio-políticos. Por lo general, cuando las fechas asociadas con ciertos tipos cerámicos caen dentro del lapso propuesto para un periodo, por ejemplo, el Periodo de Integración, se asume que la sociedad en cuestión tuvo las características de una típica sociedad del “Periodo de Integración". Esta caracterización de los periodos cronológicos y sus transiciones sugieren que el cambio social siguió un curso unilineal y uniforme. El Periodo Formativo (1000 al 300 a.C.) se asume estuvo caracterizado por la presencia de comunidades sedentarias, pero sin signos de autoridad permanente o de centralización política. El Periodo de Desarrollo Regional (300 a.C. al 800 d.C.) se asume estuvo caracterizado por el desarrollo de centros políticos regionales y por el crecimiento de los asentamientos. El Periodo de Integración (800 al 1500 d.C.) se entiende como aquel en el que estos centros regionales se consolidaron (Almeida 2000). Sin embargo, estas caracterizaciones no siempre tienen una base empírica sólida, por lo que terminan dando lugar a la proliferación de supuestos unilineales e híper-coherentes sobre los cambios sociales y políticos de las sociedades, en las que todos los atributos cambian al unísono. Por ejemplo, la evidencia de un extenso sistema de campos elevados, sirve de base para proponer que la sociedad que construyó este sistema tuvo necesariamente centros políticos y un sistema de autoridad coercitiva. Para el caso particular de la región de Quijos, se ha asumido, en base a los fechados disponibles para la región, que la configuración social y política de las sociedades prehispánicas del área corresponde con los rasgos de los periodos de Desarrollo Regional e Integración (Arellano 1989).

Porras (1975) realizó el primer intento de establecer una cronología cerámica para la región de Quijos, sobre la base de los tiestos recogidos por él durante sus trabajos en los años 50 y 60. Porras propuso que sólo es posible identificar un gran bloque temporal y que en este único bloque temporal la cerámica predominante es Cosanga. A pesar de la existencia de otros tipos cerámicos, con frecuencias que variaron a través de las secuencias estratigráficas, ninguno de estos tipos llegó a ser dominante al punto de representar una fase diferente. La observación que lo llevó a esta conclusión, fue la presencia de tiestos de cerámica Cosanga en todos, menos en uno, de los niveles de las 16 pruebas estratigráficas excavadas por él. Porras se concentró en el estudio del cambio de las frecuencias de los tipos cerámicos definidos por él (en orden cronológico, del más temprano al más tardío: Papallacta Ordinario, Cosanga Ordinario y Borja Ordinario, además de 13 subtipos decorativos del tipo Cosanga) en relación a la estratigrafía. Él identificó algunas tendencias (como que el tamaño de las partículas de temperante tendía a disminuir a través del tiempo, o que ciertas decoraciones eran comunes en los extremos superior o inferior de las secuencias estratigráficas), pero concluyó que debido a que la cantidad de cerámica Cosanga era tan abrumadora en comparación con otros tipos, y que no daba lugar a que otros tipos se sostengan por si mismos en las secuencias estratigráficas, el uso de este tipo cerámico debe haber sido común desde el comienzo de la ocupación cerámica en la región. Él supuso que Cosanga debe haber coexistido con los otros tipos, de lo contrario Papallacta Ordinario y Borja Ordinario hubieran aparecido solos en al menos algunos estratos.

Los 11 fechados radiocarbónicos presentados por Porras, están en un rango que va desde 665 a.C. hasta 1810 d.C. (una fecha, 1495 a.C., es demasiado temprana y no se ha considerado aquí, al igual que otro fechado que da una fecha moderna). Todas estos fechados proceden de niveles en los que la cerámica Cosanga es predominante, lo que explica el por qué tomó todo este rango para definir la fase Cosanga (discuto estos y otros fechados en las diferentes secciones de este documento electrónico), y sin embargo él promedia estos 11 fechados de manera que produjo un rango temporal para la fase Cosanga que va entre los años 400 a.C. y 700 d.C. Específicamente llamó a esta fase en los Andes Orientales (Valle de Quijos) Cosanga-Píllaro I y II; y Cosanga-Píllaro III y IV al lapso durante el cual la cerámica Cosanga estuvo presente en varios lugares del norte y centro de los Andes ecuatorianos (700 a 1500 d.C.), cuando supuestamente ya no es posible encontrarla en el Valle de Quijos. Esto encaja muy bien con su afirmación de que los Quijos habían sido expulsados de su territorio por grupos cazadores-recolectores de la Amazonía y obligados a emigrar a la zona central y norte de la sierra.

Para muchos investigadores, la asociación de fechados tardíos con cerámica Cosanga en la sierra norte constituye la prueba más sólida de la validez de la hipótesis de Porras sobre la expulsión de los habitantes de la región Quijos (ex. Athens 1995). Estos investigadores pasan por alto, en su lectura de Porras, el hecho de que él promedió sus fechados radiocarbónicos, aunque esto ya ha sido mencionado con anterioridad (Lumbreras 1990). Al menos desde los años 70, el debate arqueológico sobre la región Quijos de Ecuador, se ha centrado en la pregunta acerca del origen de la cerámica Cosanga en la sierra, en las razones por las que esta cerámica está allí, si estas cerámicas fueron manufacturadas localmente o importadas desde la región Quijos, y en la permanente revisión de los trabajos y conclusiones de Porras (Arellano 1989; Bray 1995; Buys 1995; Lumbreras 1990; Oberem 1981). Esta discusión, conocida actualmente como "el enigma Panzaleo" (Bray 1995), siguiendo el nombre que Jijón y Caamaño le diera a esta cerámica en 1952, sigue siendo un tema central de debate (véase Ontaneda 2002). Aparte de los nombres Panzaleo, Cosanga y Cosanga- Píllaro, este tipo de cerámica también aparece en la literatura como Cerámica Fina o Delgada. En aras de evitar mayor confusión, en el presente documento nos referiremos a este tipo como Cosanga. Esta cerámica ha aparecido con frecuencia en la sierra norte en entierros y sitios con montículos, lo que se ha interpretado como evidencia de que la cerámica Cosanga, fuera de la región de Quijos, era principalmente consumida por la élite y tuvo usos ceremoniales (Bray 1995). En cuanto a las formas, principalmente cuencos decorados con pedestales, conocidos en la literatura como compoteras, así como grandes cantaros redondeados con decoraciones antropomorfas, estas son indistinguibles de las formas que se encuentran en el Valle de Quijos. Los resultados de varios análisis mineralógicos (Arellano 1989; Bray 1995; De Paepe y Buys 1990) coinciden en indicar que los especímenes encontrados en la sierra fueron traídos desde los Andes orientales. A pesar del estudio intensivo de la distribución de este tipo de cerámica fuera de su región de origen, los investigadores no han proporcionado nuevos datos que resuelvan los vacíos dejados por el trabajo de Porras en la región. Pese a que los trabajos críticos que señalan las limitaciones del trabajo de Porras son muy comunes, la tendencia ha sido utilizar el mismo conjunto de datos proporcionado por Porras, que la mayoría de investigadores consideran insuficiente. Las revisiones de las ideas de Porras basadas en el re-análisis de sus materiales son complicadas debido a que buena parte de esta colección cerámica se encuentra en Washington o dispersa por diferentes museos y monasterios. En las siguientes secciones revisaremos los trabajos de Porras, usando nuevos datos, y estableceremos una tipología cerámica que nos ayudará a identificar diferencias temporales entre los tipos, para así, a través del análisis de los patrones de asentamientos, reconstruir la trayectoria de ocupación en la región.


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